El de las tortillas

Cerca de mi casa hay una tortillería en la que trabajaba un chavo que se llamaba Daniel.

Cuando me tocaba ir a comprar tortillas platicaba con él pero mi papá era quien se llevaba mejor con Daniel.

En la época que trabajaba en la tintorería de mi mamá pasaba frente a la tortilleria por las mañanas y saludaba a Daniel, siempre me pareció que era un poco enojón pero buena onda al fin y al cabo.

Al lado de la tintorería había también otra tortillería donde trabajaba José, alguien que se volvió mi amigo. La tortillería donde trabajaba José pertenecía a una empresa que se dedicaba a la siembra del maíz, transporte, molino y la venta de tortillas, era una empresa grande y José tenía sus prestaciones y ganaba de acuerdo a su producción y venta.

La tortillería donde trabajaba Daniel era más bien un negocio local con pocas oportunidades de progresar. Un día Daniel me dijo que se iba a salir de trabajar de ahí porque no le alcanzaba y yo pensé inmediatamente en José, le comenté a Daniel que al lado de donde yo trabajaba había otra tortillería que le ofrecía un sueldo similar pero donde podía tener prestaciones y si estudiaba tendría oportunidad de escalar posiciones. A Daniel le pareció una buena propuesta y José le arregló una reunión con su supervisor.

Daniel renunció a su empleo y se presentó con el supervisor de José. Al supervisor no le pareció mucho que Daniel tuviera tatuajes en sus brazos pero hizo una excepción y lo volvió a citar otro día para hacerle una prueba de desempeño.

Daniel no volvió.

Deje de ver a Daniel por un largo tiempo hasta que un día fui a la segunda tortillería que más frecuento. Resulta que son una serie de tortillerías esparcidas por la colonia y Daniel regresó a trabajar para ellos. Igualmente volví a dejar de verlo porque lo movieron a una de estas otras tortillerías.

Hace unas dos semanas Daniel estaba afuera de la tortillería que atendía, no tenía gente y solamente estaba afuera parado, viendo, oyendo, respirando, estaba ahí.

Un instante después Daniel estaba muerto.

Un sujeto le dio cuatro balazos cuando Daniel estaba ahí parado. Lo confundieron con otra persona, no se llevaron dinero ni le quitaron otra cosa más que su vida.

Mi papá se ha puesto triste porque se llevaba bien con él, cuando compraba tortillas preguntaba por él y le decían que ahí la llevaba, Esta última vez que preguntó le han dicho esto que he escrito.

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