Sheina

Amiga mía, hoy es el día más triste de mi vida. Ha llegado el momento de separarme de ti, de despedirme y dejarte descansar. Siempre supe que cuando este día llegase yo lloraría por ti, porque me es difcil imaginar mi vida sin que tú estes.

Mono, ¿te acuerdas que te decíamos monito? sabes, quiero darte las gracias por cambiar mi vida, por volverla mejor en todos sentidos; estoy seguro de que si tú no hubieras llegado a mí yo me hubiera sentido desolado muchos días. Estabas ahí cuando no había nadie junto a mí, podía abrazarte y sentir tu pelo suave, sabía que podía llorar frente a ti y sentirme aliviado, porque tenerte cerca me hacía sentir así.

En noviembre de 2013

Me sentía feliz contigo.

El día que tuviste que ir con mi hermana me sentía incompleto. Todas las noches dormías cerca de mi y cuando despertaba de noche, sabía que estabas ahí, roncando o soñando pero estabas ahí. El día que te fuiste y yo despertaba, me consolaba el pensamiento de que estabas en un lugar más apto para tu vejez, pero te seguía extrañando.

Tengo impreso en mi memoria el día que llegaste a nosotros, a mi; por un capricho de mi hermana fuimos con tú mamá y te elegimos a ti. Camino a casa venías en una caja de cartón en el auto nuevo que habían comprado mis papas y que tú vomitaste, así eras tú mi vida, un desastre. Tu primer noche con nosotros llorabas cuando todos dormían, quizá porque extrañabas a tu mamá; tu cama estaba junto a la mía y yo bajé mi mano para acariciarte, eso te hizo sentir mejor porque dejaste de llorar.

En noviembre de 2007

¿Cuántos días habrán sido así para ti? Siendo acariciada, recibiendo piojito o cuando te hacíamos cosquillas y por reflejo te rascabas con tu patita trasera.

No sabes cuanto te voy a extrañar, no habrá día en mi vida en el que tú no estes presente de alguna manera porque, a tú modo, llegaste a cambiarme a mi y a toda la familia.

Mi mamá que no soportaba la idea de tener un perro cambió por ti, ese primer día que llegaste en una caja sin que ella se te acercará demasiado, se convirtió en días donde permitió incluso que durmieras en los sillones.

Tú recuerdo prevalecerá como marcas físicas que dejaste en tu casa. Sabías andar por cualquier rincón de este lugar, subir y bajar escaleras, ir al baño a donde habías aprendido y que con los años ya no te daba tiempo para llegar. Aún tenemos ese comedor que mordiste cuando eras una cachorrita, las patas de las sillas llevan las marcas de tus dientes de los días en que peleabas con ellas. De entre los juguetes que tuviste me viene a la mente el pato amarillo con el que jugabas, también aquel chango café, que era de mi infancia, con el que te divertías a mordidas.

En enero de 2014

Cuando te pedíamos la patita nos la dabas y cuando decíamos «la otra patita» cambiabas de patita obedientemente. Jugabas a perseguir el trapeador o la escoba. Cuando orinabas casi escalabas el árbol con las patas de atrás o alzabas una pata como macho. Cuando te acercabas al cancel y llorabas porque veías a tu amor platónico en la calle, hasta que un día escapaste y tuviste perritos de él, dos no se lograron al nacer y los otros dos crecieron con otras familias pero lamentablemente no vivieron como tú.

Es imposible hablar de ti sin mencionar que ladrabas mucho, defendías lo que era tuyo y ladrabas a cualquier extraño que se te acercara. Era difícil controlarte, me desesperabas a veces, pero ahora es muy triste saber que jamas volveré a escuchar tus ladridos fuertes y agudos.

A tu peculiar forma de correr cuando te emocionabas le pusimos «cangurear» porque parecías un canguro que saltaba al jugar.

Ahora quedaran vacíos todos esos suéteres tuyos que usabas; el suéter café de monje, el de esqueleto que usabas el día de muertos, el rojo de Santa Klaus, el que tenía cosidos pequeños schnauzer y que rompiste por jugar con tu espalda en el suelo.

En diciembre de 2014

Tuve la fortuna de ir contigo a la playa y verte atravesar en lancha el mar de Zihuatanejo. Allá donde preguntaba el lanchero por ti con tu nombre un poco modificado: «¿dónde está Sheila?» decía. Mas grande pudiste volver a pisar la arena y mojarte en agua salada cuando fuiste de paseo con mi hermana. Te gustaba sacar tu cabeza por la ventana del carro y sentir el aire, ladrarle a los que venden cosas en los semáforos y esconderte debajo del asiento cuando te quedabas solita.

Fueron tantas las cosas que hiciste por mí y por mi familia que no me alcanzan las palabras para expresarlo. Sin embargo, no te conformaste con nosotros y alegraste la vida de quien probablemente más lo necesitaba en ese momento. Nahla.

Cuando Nahla llegó a casa tú tenías unos 6 años, 6 años de vivir como nuestra única amiga peluda y aceptar a Nahla te costó varios días, dejaste de comer y no te acercabas porque te sentías desplazada o Nahla no te caía bien en ese momento. Con el tiempo ella te fue ganando porque, aceptémoslo, Nahla es un amor también y se ganó tu corazón. Volviste a sentir algo nuevo y te fuiste convirtiendo en su mamá.

Estoy seguro que Nahla también te recordará, quizá como un olor familiar o cuando escuche un ladrido como el tuyo, no sé, pero sé que te quería. Todo mundo te quería mi vida. Todos.

Me duelen mis ojos de llorarte tanto, sé que debería estar feliz por haber tenido la dicha de ser tú amigo, de que me dejarás conocerte.

En febrero de 2013

No te gustaba que te cortaran las uñas ni que te cepillaran el pelo enredado y tampoco te caía bien Uma. Ella me recuerda mucho a ti, también le ladra a quien no le cae bien, ha mordido al señor que trae el agua y también juega mucho con su espalda y su juguete. Quizá por eso no se llevaban bien, porque eran muy parecidas.

Presencié el cambio que tuvo tu pelo, cuando se te comenzaron a caer los dientes y dejaste de escuchar bien. Siempre que caminabas lejos cuando íbamos a CU u otro lado te aplaudíamos para que vinieras y lo hacías, eras muy inteligente.

En abril de 2014

Superaste tus tres operaciones, cuando eras bebé llegaste con una hernia y cuando te recuperabas estabas enrollada en una venda; casi al final de tus días tuviste otras dos operaciones que no te vencieron. Fue algo en tu sistema nervioso lo que complicó todo pero tú no te rendiste. Sin embargo, tenerte así implicaba que sufrirías mucho y nosotros también lo haríamos al verte en ese estado. Tuvimos que hacerlo por tu bien, Andrea fue muy valiente por estar ahí contigo, ella fue quien vio por ti al final.

Vamos a hacer algo que dure mucho tiempo para que nos admiremos de verlo. Voy a trenzar una cadena con tu pelo y colgarla de mi cuello. Y que así me abrigue el pecho y conservarte en formol, meterte al congelador o guardar todas tus uñas en un frasco de cristal. Cómo puedo conservar lo que no puedo controlar si los dioses son propicios y no me retiran su favor.

Adiós mi amor, descansa porque te lo mereces. Nos diste 14 años de muchas alegrías, me hiciste alguien diferente y siempre te voy a llevar en mi corazón. Te amo y lloro por eso, porque me va costar vivir sin ti. Sé que después sonreiré con tu recuerdo, gracias por todo Sheina.

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